viernes

El humo

Hay que leer al humo. Hacer lo que queda para hacer a las balas en un campo de batalla que lleva unos días siendo puesto. A un fumador tranquilo. A un animal escapando del bosque que está quemándose. A un motor de coche roto. A una comida lista. A una bruja a punto de descubrir si era de verdad. A un pitillo olvidado en el cenicero. Y cuando un enano blanco explota, en el universo pleno, se puede ver algo de humo.

Percibir el humo. Vivir unos momentos la vida del árbol de la orilla de la fuente de aqua caliente que está allí, perdida en la penúltima cuesta de la montaña que por las mañanas, cuando se siente más caliente que su paisaje más acercano, suele respirar el vapor. Existe el humo que atraviesa los horizontes. Un humo sin llamas, por la alergía de árboles a las chispas.

Humoficarse. El humo fluye. El humo se expande. El humo desaparece y está en todos los lados a la vez. Para ver el humo, se necesita salir de la habitación. El humo cambia el color de la luz solar. El humo pone el aire visible. El humo te hace sentir tu mundo interior. A los gatos, no les gusta el humo. El humo produce las espirales. En una escena de Pí, vive un humo así. El humo no atraviesa el vidrio. El humo puede dibujar líneas efímeras, cuando uno mueve rápida mente la mano que suele fumar. El dios estaba echando considerable mente humo cuando creaba el mundo.

El humo es lo primero y lo último de un fuego. El humo hace el fuego. El humo enseña la posición de alquien en un paisaje vasto, el humo es la película que se pone un chaman a sí mismo cuando quiere ver que va a pasar, y el resto del pueblo está bailando en su paisaje más acercano y no ve nada, el humo nos pre-senta la hoguera que hace falta poner afuera, es que en una caverna no se puede convivir con el humo, el humo une el fuego con el cielo.

El humo es la pantalla primogénia de toda la vida, el humo nos dijo que tenemos que desear desvanecerse en el paisaje más acercano, el humo decidió sobre el color de nuestras letras, el humo forma la memoria, el humo mantiene la discusión, el humo se vende y se compra sólo a sí mismo, hay que notar el humo, cuando los ojos lo echan y las orejas lo reciben, hay que bañar el cerebro en él, mi ADN tiene maneras de humo, ha quemado todos los textos que contenían el pensamiento que para su funcionamiento necesitaba un rebaño de chimeneas, así que le hace falta escribir un libro. Proteja a los niños: no les haga respirar el humo

El humo está una cosa entre el fuego y el viento, sobre la cual yo no tengo ni idea, está su cosa. De qué hablan estos dos, sobre qué trata el tema que confunde y funde y disloca y mueve las charlas del viento y fuego, el viento maneja al fuego, el fuego hace los humores del viento visibles, el viento apaga el fuego, el paisaje deja de emitir el humo, el viento y el fuego, el fuego está renacido del polvo gracias al viento, tus pulmones trabajan con el viento, el viento juega con el fuego, el viento hace el fuego, el viento juega con fuego, hay fuego y hay poco viento, pero hay, se puede ver en el humo, mirando sus formas, como se está curvando en el espacio o como el humo está entre el fuego y el viento, lo que pasa es que se está curvando y doblando y dando vueltas y creando-líneas-de-fuga el propio espacio o el espacio del humo, lo que da, en realidad, lo mismo, lo que pasa es que el viento usa el fuego para escribir en la biosfera, algo como los logos de las empresas extraterrestres en los campos de maíz pero más grande, y slon co se da kventa que está cooperando con el ciento- postava mal-jindea y el fuego usa el viento para reproducirse y el fuego usa el humo para salir de los movimientos y formas y escenas dictadas por el viento y el viento usa el fuego y el humo para salir en los periódicos humanos y el fuego dibuja con el humo unas manchas en el techo y el viento dibuja con el fuego unos fines de civilizaciones en el suelo y de las gotas del mar que acaban de chocar con el continente cuando de las partículas del aqua que llegaron y en directo se están reflejando en los superficies de unas piedras costeras, cuando las olas de improbabilidad de las partículas elementales del hidrógeno y óxigeno salado se tiran la tierra, cuando de las burbujas llenas de viruses y otros pequeños terrestres sale algo como humo mojado, luego

Hace mucho tiempo, en esa orilla estaban sentados dos entes vivos de nombres impronunciables mirando el humo que descendía arriba del mar. Miraban al oceano. Miraban las olas rompiéndose en las rocas, la nube de la mañana bajando rápida mente, su niebla se estaba mezclando con el blanco de los picos de las olas, no veían ningunos animales, sola mente la niebla el humo el aqua a su rollo ellos tranquilos cielo dentro de poco claro piedras un poco mojadas están aquí no sabían que hora es todavía no sabían que es una hora y, de hecho, nunca lo habrán sabido.

Contemplar el humo, una manera natural de pasar el tiempo. Su tierra lo echaba hasta demasiado, pensaban algunos, pero el pueblo no les hacía caso, y normal mente todo el mundo miraba al menos algo de humo cada día. Un trozo del humo estaba dispuesto en cualquier instante práctica mente en todas las partes. Sin embargo, valía la pena ir a la costa a ver el humo obrado por el agua que solía poner imágenes digamos más raros que el humo saliendo de la hoguera. Miraban el mar. Las olas y nada más. Estaban los dos pero se hallaban como un par de llamas. Se tocaban con lo que decían. Se hablaban masticando viento. Cuando desaparece la nube, aparece el horizonte, creían los ambos a la lez, habrá falta de fumar, una masa del aqua blanca choca delante de ellos y sale bastante bien, aunque no tan bien como en las noticias, pero a ellos les da igual, hay olas divertidas y olas que flipas. De vez en cuando pasa que no aparece por ahí ningún pájaro o está demasiado lejos.

Al instante en que se descompone la nube, después que se unirá con las olas que se fusionará con el mundo más abajo, los peces comerán los pájaros que perdieron la orientación en la chubasquera, y el humo mojado perderá la competencia procediente del cielo, cuando los dos cómoda mente apoyados de la piedra más acercana, mirando al mar, contemplando los últimos trozos del humo nebuloso, tienes tabaco, verdad, sí que tengo y fuego y papel, venga, dentro de poco aparecerá el horizonte, el humo mezclado con el horizonte está bastante rico, claro que sí, tienes toda la razón, estaban allí sentados en paz y no sabían nada, miraban el humo mojado y no necesitaban sabar nada, no deseaban descubrir nuevos mundos y no se les ocurría ver a los dioses, cerca de ellos, un poco del aqua ocultó para un rato una piedra, aparecía un cangrejo y en seguida dió la marcha atrás, y luego, por fin, la nube se iba hacia las profundidades y el horizonte alcanzaba la claridad absoluta, y, de repente, como si esta ola de cara corriente fuera la última ola, como si algo estuviera pasando mientras que ellos encienden cada uno su cigarillo artesanal y el humo fresco se mezcla con el aire oceánico y con el horizonte lejano y con el viento acercano y con unos algos que acaban de aparecer en el lugar de aquella nube, la que ya no yacía entre nadie.

Hay un momento en nuestra historia que se considera bastante importante. Algunos dicen que allí empezó la historia, que desde entonces nos llamamos los del occidente, que eso era el principio de una era, la de hoy, la moderna, la blanca, la del poder del más fuerte, la de los barcos grandes y aún más grandes, la del primer mundo, la de los que llegaron del oriente y cuando veían la nube sabían que ya llegaron. Algunos dicen que esto no está nada de cierto.

Pues, cuando las velas españolas aterrizaron definita mente en Tierra del fuego, los dos ya habían bajado de las rocas hacia la playa, esperando que va a pasar y pasaban unos entes raros y altos y callados y cansados y curiosos, y cuando ésos se fijaron de los dos sentados allí en la arena, iban hacia ellos. Desde lejos parecía que sus cabezas son de humo, pero al acercarse, los conquistadores reconocieron que tienen unas cabezas más o menos cotidianas, no obstante, sí que estaban echando el humo. Alquien dijo que serán los dragones, otro advertía que no. De vez en cuando acontece un encuentro de miradas que no necesita ninguna gramática. Incluso el viento se callaba. Estaban ahí tranquilos en la arena esperando que va a pasar, y no pasaba nada, es que en principio de principio, en realidad, no pasaba mucha cosa. De qué charlan un indígena con un marinero. De qué habla el suelo fijo con unas pies débiles por falta de alimentación. En qué creen dos tíos fumando en la playa. Incluso el mar se callaba. Levantar la mano y enseñar al horizonte. Hasta las respuestas se callaban. Y el futuro lo mismo y el presente y las miradas calaban y a los dos pitillos quedaba sola mente un rato para terminar.

Ocho minutos después de este silencio interesante, entró una calada tabacosa por primera vez en unos pulmones europeos, una lingua de castilla se cubrió con humo, un cerebro de mancha se rellenó con espirales desvaneciéndose y el hombre empezó a fumar y veía que era bueno.

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