domingo

Sin nombre

Y tú que haces aquí. Estudias o trabajas. De dónde eres.

No lo sé.

Cómo que no lo sabes.

Tal vez no lo quiero saber, no lo sé, no estoy seguro.

Uno debería tener claro sobre estas cosas.

Y si no soy uno.

Y quién luego eres.

Y tengo que ser alquien.

No lo sé. Creo que sí.

Y tú eres alquien.

Quisiera decir que ell@ es ell@, pero no le da mucho sentido, sin embargo, lo es lo único que se le ocure, así que no dice nada, es que por toda su vida sabía que es ell@, un@ mism@, pero ahora ya no se siente en absolut@ convencida que deba ser así, se le acabaron las palabras, pues espera qué surge de esa situación extraña, está callando con alquien que insiste que no es alquien, con un rubio que no es uno, aunque sí que es rubio.

Es que él real mente no conoce ninguna de las respuestas exigidas, de hecho no tiene clara ni siquiera la existencia de las preguntas, así que cómo podría saber contestar algo.

No necesitaba sentirse uno, le gustaba hablar con otra gente, no quería ser él mismo, no necesitaba escucharse a sí sól@, no deseaba conocerse, sabía que fuera de su alcance se halla un mundo mucho más coloreado, y por lo tanto más divertido. No necesitaba, es que su mundo era así más vivo y orgánico y caótico, no quería nada, es que su mundo era así ocupado con la nada, lo que le parece, como la nada tiene sesenta y cinco millones de colores, suficiente apropiado y bastante bien, y tampoco deseaba, es que así su mundo le cumplía todo lo que le pasaba a él.

De dónde eres.

La pregunta salvacomunicación o matasilencio, no depende, siempre es así. El problema aparece en el momento en el cual uno, o cuánto, no sabe de dónde es o no lo necesita saber o, simple mente, no es de ninguna parte particular, tal vez es de todas las partes a la vez, o al menos está en e-yo.

Soy de república checa.

De checoslovakia.

Vale.

Es que real mente da igual que mi accento tiene un nombre.

Es que si hay que olvidar. Si hay que proceder las imágenes de la memoria a través del Photoshop, si las memorias hace falta guardarlas en las cámaras digitales, si en cada supermercado venden esas cajitas de superficies brillantes para sacar tus propios recuerdos, si los cerebros se han convertido en las tiendas de veinte y cuatro horas que pueden cerrar cuando les salga de los cojones, luego él puede tranquila mente redibujar un trozo de tela, dejar una bandera arder a su rollo, a ver que pasará con el pasado, si se deja bañar en la nada, a ver que pasará con alquien quien destruirá su propio idioma quien olvidará su nombre y rechazará su cerebro. A ver que pasa con todas las historias que se supone que constuyen sin césar un sujeto occidental, cuando les conviertes los colores, cuando les convinces que el Sol rodea la Tierra, es que es lo que ven tus objetivos naturales, cuando les dejas pasar por un rebaño de efectos especiales. También se llama el capitalismo desarrollado o neoliberalismo.

Puede uno hablar sobre estas cosas en una tienda de todo el día, por la noche, con un gallego promedio que está saliendo de copas. Sí que puede.

Lo que nos vuelve al principio: que haces aquí.

Estudias o trabajas.

Me estás tomando decisión.

No, de nada, rubio.

Es que los consumentes, como se llaman los blancos entre ellos, a los principios del siglo XXI creían en el tiempo libre. Era lo máximo, lo más, nadie en aquella era rechazaría el tiempo libre. Todos lo querían, pues hacían un montón de cosas para no tenerlo, estudiaban y trabajaban y tal. También se llama escribir el curriculum vitae, así lo probable mente será, se me acabo de ocurrir una idea, siempre pensaba que si la gente en dice que hay que salir y, de hecho, salen y están saliendo y hacen bien, pero de dónde salen, a dónde, esto está claro, pero de dónde, y parece que salen de sus carreras, que sus trajes en sus tiempos libres pueden llevar unas pocas manchas, que sus movimientos tienen permitido prestarse unas velocidades particulares del reino del caos, que sus discursos emplean mucho lo que se les pegó en los aguas farfullantes, que sus pensamientos ya no tienen miedo de entrar de sus propios agujeros, sí hay que salir, desde luego, salir del futuro, del después, salir de lo que inevitable mente un día tiene que venir, el retorno eterno al capitalismo, cada día es diferente, una película única que se está montando en el universo, lo que permanece no es la regularidad de los días, la repetición de los horarios, sino el retorno de lo diferente, esto es el tiempo libre, lo que mantiene al universo vivo, el tiempo libre de verdad y no el derivado del tiempo no-libre, del tiempo en el cual nos ponemos sujetos y nos volvemos sujetos y, de hecho, nos hacemos sujetos y personas y humanos y profesionales y cuidadanos y consumentes y los-que-prefieren-destruir-su-propia-planeta-en-favor-de-ser-ellos-mismos, los homo sapiens, pues, cuando los días se ponen uno como el otro, de esto no puede salir nada bueno, uno tiene ganas salir de casa a tomar algo contra su cerebro listo, desconectar, es que sí que todo el mundo está conectado, disfrutar de su tiempo libre y sentarse al suelo de una ciudad civilizada y ver el eclipse total de la luna, una teleserie bastante sin acción, y pagar con los papeles que se usan para meterse farlopa, es que si ya uno tiene su tiempo libre, si ya se ha currado un curriculum más que corriente, y si además vive en una sociedad neoliberal, lo que es algo liberal, pero nueva mente, todavía más libre, que se prolifera a todas las partes, obligatoria mente, uno siente de repente, bajo la influencia de su tiempo libre, que todo está a su alcance, que es él quién está aquí para salir, que es él quién se tirará aquella cachonda es que lo quiere, que es él quién es el señor del tiempo libre, así que puede hacerlo, simple mente, ahora, apocalypse now.

Es que no todo está permitido en el universo. No es posible apropiarse del tiempo libre, nadie tiene nunca su tiempo libre, ni siquiera existe algo así como poseer un trozo del tiempo.

El tiempo no se puede perder.

No necesaria mente es lineal, habrá algo que ver con el fuego.

No hay razón porque no se hubiera podido parar cuando quiera o al menos parcialmente.

Cuánto tiempo tarda tu presente.

El tiempo no consiste de fotos que están perpetual mente desapareciendo, ninguna de las versiones del tiempo de la filosofía occidental tiene algo que ver con el tiempo libre del universo, es que todas producen la sociedad occidental y capitalismo y calentamiento global, así que son todas, e-vident-a-mente, reales.

Hay un tiempo libre. Un tiempo de los días diferentes. Sin principio y sin fin. Sin principios y sin fines. Un tiempo agujerado. Un tiempo con horarios desordenados, una minuta puede tardar una hora y una hora puede durar como un año entero y una minuta se prolonga hasta dos meses después de entregar la obra terminada y un cerrar y abrir de ojos limita un año de luz entero más medio del último time-out de españa antes de volverse campeones del mundo más un bloque de anuncios más una vida semi-destinada. De este tiempo libre no se puede salir y tampoco hace falta entrar en él. Un tiempo de los tiempos. El pasado, el futuro, el presente y algo más. Tiempo amarillo, en el cual se piensa amarilla mente. Tiempo del primer tiempo y tiempo del segundo tiempo. Mal tiempo y buen tiempo. Tiempo de las naranjas. Tiempo de trabajo y tiempo de vida. Otros tiempos y tiempos perdidos en el tiempo. Tiempo de juicio y tiempo para disfrutar del tiempo. Tiempo para morir. Tiempo para mejorar. Tiempo para derrotar. Al limonero no le importa que está lloviendo.

Qué haces aquí. Estudias o trabajas. Tortuga o conejo. Quién eres, como te llamas, rubio.

Vivo.

Pero qué haces.

No son preguntas, son cosas, trozos del universo, cachos del tiempo, colores del carné, películas de los neuronas. Está aquí. En directo. Trabaja leyendo el libro más eschizofrénico del siglo veinte, no estudia nada, ya ha acabado su carrera, sola mente lee, se puede, no.

Sí, claro, pero es






es un poco raro.

Hay una cosa muy rara. También se llama el universo y el cosmos y tal. Tiene una banda sonora, que en una piedra pequeña canta un cuento en el idioma de los huracanes y las inundancias y las sequías y los incendios y los topillos y los bárbaros, que entre nosotros llamamos el cambio climático, pero en realidad no tiene ningún Nombre Propio, en cada carpeta se llama diferente, los antiguos en esos acontecimientos oían los colores del tiempo y un libro famoso nuestro en esos signos veía su propia realización, pero nosotros ya no necesitamos unos signos para que nos digan algo, las canciones ya no tienen nombres, sólo números y visualizaciones y nuestros números y visualizaciones nos dicen que la biosfera padece de nosotros mismos, pero esto no queremos saber, así que preferimos escuchar a nuestros propios números y visualizaciones y él ya no quiere oír esos números, sabe que se pueden evitar, que este horario capitalista del día y noche se puede apagar, no necesita conocer sus principios y las causas históricas de su propio ser y sus propias razones, no desea tener tiempo libre para poder salir, tranquila mente puede contestar a una pregunta rétorica con un tratado sobre tiempo improvisado, y un@ que tiene prisa a las cuatro de la mañana, que se la deje, es que está definita mente perdid@, es que tiene mucho tiempo libre cuando está trabajando, cuando piensa qué hace aquí cuando crea agujeros en los mundos de las opiniones públicas de los clientes de una tienda nocturna, su día laboral corriente, es que no sabe porque debería comportarse como un vendedor de chocolatinas o como un auxiliar de caja registradora o como se llama su trabajo que le ha sido puesto, en el trabajo hay que moverse lenta mente, si ya es un checoslovako detrás del mostrador gallego, está claro que su accento va a producir unos ruidos extraños, está claro que unas mesetas pueden atravesar la cabeza de alquien quien hace diez momentos pensaba que sola mente necesitaba unos chiclets, está claro que nadie le puede obligar a ser un vendedor de chocolatinas capitalistas, es que esto no es comida, lo que vende, sólo porque se llama onza. Está viviendo en el tiempo libre, sin su nombre, sin su idioma, sin su estantería, su memoria externa, es que no le molan las fotos, les falta movimiento, está su tiempo, pero como ya no pertenece a sí mismo, aquel su no significa nada, él está de agujero coloreado por una manada de dioses, está un tiempo, está del tiempo, natural, está aquí después de los dinosaurios y luego está ahí mirando la sexta en una casa convertida en un libro y también está allí deveniendo-animal y además está más allá donde uno, o cuánto, escuchando al universo, se da cuenta que mejor que matar a los dioses, es crearlos y que entre algunos cerrares y abrires de ojos se ve como los rayos del sol pasan por los agujeros en su cerebro y como se reflejan en los ojos y se sabe como sabe el tiempo.

Me lo calientas.

Claro. Tres treinta.

Deja la vuelta.


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